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¡Sí!
Hace como trece años, cuando me regaló un celular, no sabía que estaba empezando algo grande. Apenas nos conocíamos, pero ya había algo especial. Esa primera conversación sobre "configurarlo juntos" fue el inicio de todo. Algunas historias de amor comienzan con un café; la nuestra, con un teléfono.
En estos años construimos una vida, o algo parecido a una serie de Popflix: amor, drama, comedia y una
coprotagonista que nos roba el show. Entre castillos de arena y preguntas sobre dinosaurios, el matrimonio quedó en "pendiente". Yo acepté ese suspenso con la misma paciencia con la que él acepta que me coma sus papas.
Hasta que un día, vestido con un abrigo para esquiar en Cancún, me miró con tal seriedad que pensé que anunciaba el Apocalipsis. Pero no: sacó un anillo y un discurso que hubiera derretido a cualquier villano. Mi respuesta inicial fue una risa nerviosa mezclada con sarcasmo. Porque, claro, hay que mantener las formas.
Pero ya le había dicho que sí. Hace diez años. En aquel país helado, en unos columpios donde nos dimos nuestro primer beso (tan esperado). En cada brindis, café compartido y "buenas noches". Sí a cada decisión que nos trajo a este presente, imperfecto y maravilloso.
Ahora, con el anillo en el dedo y nuestra pequeña emocionada planeando "la gran boda" (con dinosaurios de plástico y un pastel de tres colores), solo puedo decir: sí, otra vez. Porque, con todo lo vivido,
él sigue siendo mi mejor decisión.
Mucho más loco es el amor
Posted 2/5/2025, 8:00 AM