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Decepción

Cuando una persona te decepciona, es como si el mundo de repente se parara por un segundo, y en ese instante te preguntas: ¿realmente era así? Todo lo que construiste en tu mente sobre ella, esa confianza que creías haber sembrado, se derrumba. Es fácil dejarse llevar por la frustración, por el enojo que surge del engaño, pero la realidad es que lo que más duele es la pérdida de una idea, de una ilusión. Ya no es la ira lo que sientes, sino la decepción de que alguien en quien tenías fe no se comportó como esperabas. La decepción es un recordatorio incómodo de que la gente no siempre será como tú deseas, pero también es una lección de autoconocimiento. Te lleva a preguntarte si no pusiste expectativas demasiado altas o si no dejaste que esa persona llegara demasiado cerca. Al final, la verdadera enseñanza es cómo decides actuar después de esa decepción. ¿Vas a permitir que te haga más fuerte o te rendirás ante la idea de que las personas son incapaces de ser mejores? Eso depende de ti. Y como todo en la vida, depende de cómo decides manejar la situación.