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Mi primera porción y a dormir

Esta semana tocaba mi primera clase de porciones en la escuela. El salón de clases era grande con mesas y sillas de madera. Se veían algo viejos, pero si pudieran hablar contarían cuantas historias de alumnos que estudiaron aquí. Cuantos hechizos, cuantos accidentes.

En el libro había algunas porciones básicas, pero para mí no eran llamativas, pero encontré uno que parecía algo difícil de hacer.

Sostenía temblorosamente con manos mi primer caldero humeante. El aroma dulce y plateado de la Poción de la Paz llenaba el aire del aula de Pociones. Había seguido cada paso con cuidado: tres gotas de jarabe de eléboro, una pizca de polvo de piedra lunar y un giro suave en sentido contrario a las agujas del reloj. Cuando el líquido tomó un tono azul perlado, supo que lo había logrado.



Mi hermano Mixtli se acercó a mi riéndose “¿Eso se supone que calma los nervios? A ver si funciona contigo, hermanita.”

Antes de que yo pudiera detenerlo, él tomó el frasco y bebió un sorbo. En segundos, su sonrisa se volvió soñolienta y cayó de bruces sobre la mesa, roncando suavemente.

La clase estalló en carcajadas, yo cubría la cara, entre avergonzada y divertida.

La profesora Bumbledore levantó una ceja. “Parece que alguien ha probado su propia medicina… o la de su hermana” murmuró con sarcasmo.

A escuchar eso, mi mente se llenó de orgullo. había preparado mi primera porción perfecta, aunque el tonto de mi hermano terminara dormido sobre el escritorio.